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Albert Lladó
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LA MANCHA
Albert Lladó
LA MANCHA
La mancha. Les queixes d’un llogater per una taca a la paret del pis que
ocupa des de fa uns pocs mesos desencadenen un conflicte de perspec-
tives sobre la realitat, el qual afectarà en primer lloc la seva relació amb
els responsables de l’edifici i s’anirà estenent fins a ocupar la intimitat de
la seva vida privada, de la mateixa manera que els avatars de la Història
pesen sobre les identitats sense poder defugir les grans dinàmiques del
nostre món. A través de personatges arquetípics, com un tècnic o un
arquitecte, l’autor posa en escena les tres formes d’opressió que el poder
ha utilitzat tradicionalment: l’economia, la violència i la funció social (el rol
familiar, laboral...), així com les tres respostes potencials: la resistència, la
rebel·lió i la revolució. Tres conceptes que poden semblar sinònims, però
que no ho són. La mancha parla del límit, del matís, entre cadascuna
d’aquestes idees, i del risc constant de caure en el dogmatisme.
Albert Lladó (Barcelona, 1980) és llicenciat en Filosofia (UB), postgrau
en Periodisme de Proximitat (UAB) i màster en Estudis Comparats de
Literatura, Art i Pensament (UPF). S’ha format en dramatúrgia a l’Obrador
de la Sala Beckett i al seminari internacional Panorama Sur (Buenos Aires).
Ha publicat, entre d’altres, la selecció de relats Podemos estar contentos,
el recull d’entrevistes Paraules, el volum d’aforismes La realidad es otra,
i la novel·la La puerta. El dietari poètic La fábrica (La Garúa, 2014) és
el seu últim llibre. Actualment, és coordinador de la secció de Cultura
de LaVanguardia.com, editor de Revista de Letras i col·laborador del
suplement Cultura/s. És director acadèmic de l’Escuela de Periodismo
Cultural i docent del postgrau internacional Escrituras, a la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales.
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ISBN: 978-84-94366-55-0
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LA MANCHA
Qualsevol forma de reproducció, distribució, comunicació pública o transformació d’aquesta obra només pot
ser realitzada amb l’autorització dels seus titulars, tret de l’excepció prevista per la llei. Dirigiu-vos a l’editor
o a CEDRO (Centre Espanyol de Drets Reprogràfics, www.cedro.org) si necessiteu fotocopiar, escanejar o fer
còpies digitals d’algun fragment d’aquesta obra.
Edita: Arola Editors
1a edició: juny del 2015
© del text: Albert Lladó
Disseny gràfic: Arola Editors
Disseny portada: Antoni Torrell
Fotografia de portada: David Lladó
Impressió: Gràfiques Arrels
ISBN: 978-84-94401-61-9
Dipòsit legal: T 833-2015
Polígon Francolí, Parcel·la 3
43006 Tarragona
Tel.: 977 553 707
Fax: 902 877 365
arola@arolaeditors.com
arolaeditors.com
Colección Textos aparte
LA MANCHA
Albert Lladó
«Los pastores serán brutales mientras las ovejas sean estúpidas.»
Fray Luis de León
«Hay momentos en los que la naturaleza debe vengarse.
Los meteorólogos sólo hablan con un lenguaje científico,
no hablan de filosofía.»
Jean-Luc Godard
«La mesura, nacida de la rebelión, es un conflicto constante.
Todos llevamos nuestras prisiones, crímenes y estragos.
La tarea consiste en combatirlos.»
Albert Camus
EQUIP ARTÍSTIC
Direcció Jordi Prat i Coll
Assessorament escenografia i vestuari Ricard Prat i Coll
Il·luminació Antoni Ancillo
So Joan Solé
Producció
Teatre Nacional de Catalunya
Temporada 2014/2015
Direcció artística de Xavier Albertí
Patrocinador del TNC: Fundació Damm
REPARTIMENT
La mancha es va estrenar a la Sala Tallers del Teatre
Nacional de Catalunya el dia 11 de juny de 2015 amb
el repartiment següent:
InquIlIno Sergi Torrecilla
novIa María Rodríguez Soto
TécnIco Marc Martínez
ayudanTe Oriol Guinart
ProPIeTarIa Muntsa Alcañiz
admInIsTrador Camilo García
arquITecTo Albert Pérez
GuardIa 1 Joan Codina
GuardIa 2 Marc Pociello
La publicació d’aquest text es va fer abans de l’estrena al Teatre
Nacional de Catalunya. Per aquest motiu, el text editat pot
presentar algunes diferències respecte del text representat.
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PERSONAJES
(Por orden de aparición)
INQUILINO
AYUDANTE
TÉCNICO
NOVIA
PROPIETARIA
ADMINISTRADOR
ARQUITECTO
GUARDIA 1
GUARDIA 2
PRIMERA PARTE
Un loft de diseño.
- 13 -
I
Los dos personajes miran hacia arriba.
InquIlIno: ¿De verdad no la ves?
AyudAnte: ¿Pero dónde? ¿Dónde tengo que mirar?
InquIlIno: Justo allí (señala), allí arriba.
AyudAnte: Lo siento, no veo nada.
InquIlIno: Uno ve lo que quiere ver. Miramos como
autómatas.
AyudAnte: ¿Autómatas?
InquIlIno: Asumimos que la realidad existe. El consenso es
un contrato sin cláusulas ni revisiones. Ergo, nos abocamos
a la inercia...
AyudAnte: ¿A la inercia?
InquIlIno: ...pero eso sólo sirve para la realidad nuestra, la
cercana, la del que te vende la barra de pan y te cuenta que
le ha salido un tumor en la cabeza. La del exprofesor que ya
no se acuerda de nada. La de la vecina, sorda como una
tapia. Lo otro son fotos, panorámicas, instantáneas de
niños negros con el vientre inflado, mujeres con pañuelo
- 14 -
y sin cabeza, adolescentes y rifles e institutos, meteoritos
en Youtube...
AyudAnte: En Youtube... (Pausa.) Si es una grieta al lado del
balcón, la administración se hace cargo. Son zonas comunes.
Sólo tenemos que saber si viene del exterior...
InquIlIno: ¿Tienes claro el límite? Quiero decir, que la man-
cha está en el interior, dentro, metida en el piso. ¿Cómo
diagnosticas si viene del exterior o no, si ni siquiera eres
capaz de verla?
AyudAnte: No, no la veo.
InquIlIno: Tal vez es la luz, tal vez por eso no la ves... ¿Por qué
no vienes mañana, más temprano? (Pausa.) Comenzó, nada,
como una cosa pequeña, muy concentrada, justo encima del
marco de aluminio. Pero ahora es una osa mayor. El techo
está lleno de planetas desconocidos, extrañas galaxias, como
en la habitación de un crío al que le han puesto un adhesivo
fosforescente para que se distraiga mientras se duerme.
Antes contábamos ovejas. Ahora cuentan estrellas de quita
y pon. Astros de porexpan.
AyudAnte: Ya le dijimos, cuando llamó, que podía ser con-
densación. Cuando se levanta, ¿abre las ventanas para que
esto se ventile?
InquIlIno: ¿Qué insinúas?
AyudAnte: No se lo tome a mal... pero el cambio de tem-
peraturas... Fuera hace frío, dentro pone la calefacción y...
InquIlIno: Nunca hemos puesto la calefacción.
AyudAnte: ¿Nunca? ¿Y cuando hace frío?
- 15 -
InquIlIno: Usamos mantas.
AyudAnte: ¿Mantas?
InquIlIno: Sí, vamos con chaqueta hasta que oscurece. En-
tonces nos ponemos el pijama. Unos patucos de lana para
los pies. Y a dormir.
AyudAnte: ¿Unos patucos? Pensaba que eso era únicamente
para los niños pequeños. Para los bebés, quiero decir.
InquIlIno: También hay para adultos. (Pausa.) No nos gustaría
contribuir a ninguna tragedia cósmica. Si tiene que desha-
cerse un glaciar por nuestra culpa, pues usamos mantas. Y
se acabó. No es tan grave. O sea, que un problema de con-
densación no puede ser. Ven cuando haya más luz. Seguro
que la verás. Te lo garantizo.
AyudAnte: Yo mañana no puedo venir... Tengo que ayudar
a redactar el informe y, sintiéndolo mucho, pondremos que
aquí no hay ninguna mancha.
InquIlIno: Escribirás que tú no ves ninguna mancha, querrás
decir.
AyudAnte: Eso digo.
InquIlIno: Mira, yo tengo la mirada del inquilino, del que vive
aquí cada día. Y tú... Tú, la de un foráneo... Mi mirada es
más válida que la tuya, ¿no es cierto? Todos somos iguales,
por supuesto, pero habrá categorías en las miradas, ¿no?
Una jerarquización. Sé que me entiendes.
AyudAnte: ¿Un foráneo?
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InquIlIno: Un foráneo, sí. Alguien que viene de fuera. (Pausa.)
Sé que me entiendes.
El
AyudAnte desaparece por la puerta.
- 17 -
II
El
InquIlIno abre y entra el técnIco.
técnIco: ¿Dónde está la grieta?
InquIlIno: En todos nosotros.
técnIco: (Pausa.) ¿Cómo dice?
InquIlIno: En todos nosotros, en todos los pisos del edificio.
¿No se han quejado más vecinos?
técnIco: ¿Y la suya?
InquIlIno: Bien, no es mía, en todo caso es de la propietaria.
Yo sólo he alquilado el piso. Pero pase, pase... que se la
muestro.
técnIco: Pero no es una grieta. Es una mancha de humedad.
InquIlIno: Exactamente eso es lo que trataba de explicarle a
su ayudante. (Pausa.) Comenzó pequeñísima, de un color
verdoso, como el musgo. Luego se transformó en amarillo.
Orina. Parecía que alguien se nos había meado en el techo.
(Pausa.) ¿Y si la cosa sigue creciendo? Si llueve, entrará
agua.
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técnIco: Hace años que no llueve en esta ciudad.
InquIlIno: Eso no prueba nada. El pasado es un cúmulo de
circunstancias. De errores, si nos ponemos pesimistas. La
Historia se ha hecho a trompicones. Una suma de renuncias
y de sangre. La venganza ha ido construyendo los caudales.
Pero la Historia también ha dejado sus cenizas —y aquí lo
sabemos bien— en cada cuneta. Que fuéramos unos bár
-
baros en el pasado no demuestra que hayamos aprendido
una mierda en el presente. Podemos volver a comportarnos
como unos bestias perfectamente.
técnIco: Deje a las bestias en paz.
InquIlIno: Lo que quiero decir, sé que me entiende, es que
el causa-efecto sirve para fabricar bebidas refrescantes, se
conoce de antemano lo que el consumidor quiere. (Pausa.)
Pero las causas y los efectos nunca son suficientes para pre-
decir qué pasará mañana cuando usted y yo nos levantemos
de la cama.
técnIco, coge una silla y da pequeños golpes en la pared,
probando si es resistente: Todo se arreglará...
InquIlIno: No quieren que creamos que puede volver a llover.
Que la lluvia pueda ser real. Así nos tienen, inquietos, moscas
que confundimos el molestar con el resistir. (Pausa.) Salimos
a la calle, gritamos, movemos las banderas y las sábanas
blancas, cortamos el tráfico, concedemos entrevistas en
calidad de ciudadanos indignados, y volvemos a la hora de
cenar a casa. Bien puntuales. Claro que hay motivos. Hay que
bañar al niño, preparar la fiambrera de mañana, plancharse
la camisa... poner la lavadora. Y encima esto, una mancha
que crece y crece.
- 19 -
técnIco, vuelve a subir a la silla y golpea el techo: El bloque
está sano. No hay peligro.
InquIlIno: Siempre hay peligro.
técnIco: (Pausa.) Hay una mancha, sí, no hay duda de eso,
pero puede limpiarla con lejía pura.
InquIlIno: Volverá a salir.
técnIco: Ahora es usted quien recurre al causa-efecto.
InquIlIno: No estoy prediciendo el futuro. Digo que la man-
cha, aunque la limpies, no desaparece. Sé que me entiende.
(Pausa.) No la ves, pero sigue estando allí. Velada. Escondida
entre la dermis de una pared que la acoge resignada. No son
monstruos. Los monstruos son otra cosa. Y usted dice que
el edificio no está enfermo... Todos estamos enfermos. Hay
miles de virus y bacterias dentro de nosotros, recorriendo
nuestras carreteras interiores mientras disfrutamos de dulces
sueños. ¿Sabe cuántos miles de virus se trasmiten con un
simple beso?
técnIco: Los edificios viejos como éste se mueven. Se reco-
locan. Como cuando usted despierta de una larga siesta y
estira los músculos. ¿Verdad que crujen los músculos? ¿Ver-
dad que se oye a sí mismo? (Pausa.) Es normal que salgan
pequeñas grietas. Le aseguro que no hay por qué alarmarse.
Si las grietas crecen, entonces sí, me llama. O llamamos al
arquitecto. Y calculamos la magnitud de /
InquIlIno: / Dijo que no era una grieta.
técnIco: Una mancha que ha salido porque la humedad se
ha colado por una grieta.
- 20 -
InquIlIno: ¿Y qué hacemos mientras esperamos que las
grietas crezcan?
técnIco: Vivir. Mientras, se vive.
El
técnIco desaparece.
- 21 -
III
El escenario queda totalmente a oscuras. Se escu
-
cha una conversación entre el InquIlIno y la novIA.
novIA: Tengo mucho frío. Cada vez hace más frío.
InquIlIno: ¿Quieres que baje otra manta?
novIA: No quedan más. Las he puesto a lavar. A la última
le han salido manchas verdes, como topos.
InquIlIno: ¿Topos?
novIA: Topos, sí. Como un vestido de flamenca. Pero los
topos, en vez de rojos, son de un verde asqueroso. Un verde
lleno de pelusa. Un verde que es una verruga peluda. Una
pelota de tenis sucia, llena de barro. Topos repugnantes.
InquIlIno: Tiraremos las mantas, no te preocupes. Compra-
remos nuevas. (Pausa.) ¿Has escuchado ese ruido?
novIA: Tengo mucho frío.
InquIlIno: Como un crujido. Algo que aprieta. Que quiere
hacerse paso a la fuerza. (Pausa.) Calla, no respires. (Pausa.)
¿No lo oyes? Viene del techo.
No se escucha ningún ruido.
- 23 -
IV
Una mesa y tres sillas. Sentados, están en un lado
el
InquIlIno y la novIA. Enfrente, la ProPIetArIA.
ProPIetArIA: Os pido paciencia. Ayer llamé a las fincas y
dicen que aún no han recibido el informe. Que puede ser
que la filtración venga del piso de arriba y, entonces, ellos
no se harán cargo.
novIA: Sólo se hacen cargo de las zonas comunes.
ProPIetArIA: Me han dado el teléfono de los propietarios de
arriba y les he llamado, pero no contesta nadie.
InquIlIno: Pues vive gente. Les escuchamos cuando se
duchan, cuando tiran de la cadena, cuando caminan con
tacones... El agua. Su cisterna pierde agua.
ProPIetArIA: Ellos no son los propietarios. También son
inquilinos. De fuera.
novIA: De fuera, como nosotros.
Se oye un golpe que viene de arriba.
ProPIetArIA: Aquí los que salimos perdiendo somos nosotros.
Vosotros y yo.
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InquIlIno: Nosotros, sí. (Señalando.) ¿Ha visto cómo está la
pared? Se cae a trozos. La hemos limpiado con lejía pura,
con los productos especiales que nos recomendaron en la
droguería, he rascado la cal que se acumula, pero vuelve
a salir... Hemos tenido que tirar las cortinas. Unas cortinas
negras que compramos en verano.
ProPIetArIA: Intentaré solucionarlo lo antes posible. Os pro-
pongo que este mes no paguéis el alquiler.
novIA: No se trata de eso.
ProPIetArIA: Volveré a llamar... (se vuelve a oír el mismo golpe)
a las fincas. Que convoquen una junta extraordinaria.
InquIlIno: Es algo sencillo. Vienen, lo arreglan, y se van. Noso-
tros pagamos cada mes, ése no es el problema. Usted cobra,
y van pasando así los días, los años. Sé que me entiende.
(Pausa.) Nos haremos viejos, usted también, comenzaremos
a perder la vista, y ya no nos importará si hay una mancha
o dos, porque no las veremos, y usted seguirá cobrando,
pero el banco le estafará como estafa a todos los viejos, y
entonces se estropeará el ascensor, y nosotros no podremos
bajar más a comprar porque las rodillas no responderán a
nuestras órdenes. Ésa es la auténtica desobediencia civil. Y
usted hará todo lo posible para no pagar la reparación del
ascensor porque ya no le quedará nada, y buscará otros
inquilinos que le permitan actualizar el alquiler. Ordenar y
actualizar. Siempre es la misma historia. Y acumularemos
basura en la entrada, y tendremos muchos gatos que se
mearán en las esquinas. Entonces serán los vecinos de abajo
los que se quejen, los que nos denuncien, porque les ha salido
una pequeña mancha. Primero verde, de un verde musgo, y
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luego de un amarillo meada de gato doméstico. Y el parqué
se levantará y nos clavaremos las aristas en las plantas de los
pies arrugados. Y vendrá la ambulancia. Y los camilleros se
pondrán máscaras para entrar en casa, en su casa, en nuestra
casa, y con la cara de asco nos hablarán amablemente y nos
prometerán que en la residencia vamos a estar muy bien. Y
seguiremos siendo los de fuera. Más que nunca.
Se escucha el mismo golpe seco, arriba.
novIA: ¿No tiene frío? Hace mucho frío.
- 27 -
V
InquIlIno, le acerca una silla: ¿Cree que el agua puede llegar
a la lámpara?
técnIco, se sube a la silla e inspecciona el techo: No volverá
a llover como estos días. Lo que hay que hacer ahora es
sellar bien todos los poros, dejarlo secar.
InquIlIno: ¿Cuándo pintarán?
técnIco, baja de la silla: Primero iremos al piso de arriba,
cambiaremos la pieza del balcón. Estaba podrida. Por allí
se colaba el agua. Esperaremos a que vuelva a llover para
comprobar que no se producen nuevas filtraciones.
InquIlIno: Me acaba de decir que no volverá a llover. No
volverá a llover como estos días.
técnIco: Eso no lo podemos saber con total seguridad.
InquIlIno: Nada podemos saber con total seguridad. Las
certezas son una muleta. Sólo eso. Llevamos meses con
trozos de pared cayéndose al lado de donde comemos
y trabajamos. Llueve, y entra agua, como si esto fuese la
Fontana di Trevi. ¿Le parezco Marcello Mastroianni? ¿Se ha
cruzado con Anita Ekberg en el ascensor?
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técnIco: Yo sólo soy el técnico. Hago lo que me han dicho
que haga. Tiene que tener paciencia.
InquIlIno: La paciencia y la virtud. Aquí hay un problema
concreto, francamente asumible, y nos hablan de zonas
comunes, de responsabilidad compartida, de fugas y fil
-
traciones, de piezas podridas, del paso del tiempo y sus
huellas. Usted me pide que me quede quieto, que chute las
placas de cal y pintura que tengo por el suelo, que conviva
con la mancha como quien tiene un animal doméstico. ¿Le
ponemos nombre? ¿Le llamamos Dorian? ¿Dorian Gray le
parece un buen nombre? ¿Cómo se llama usted? ¿Prefiere
que le pongamos el nombre que su honorable progenitora
escogió para usted?
técnIco: Oiga... (Pausa.) Todo se arreglará.
InquIlIno: ¿Conoce lo que es el frío? ¿Sabe que si usted cum-
ple órdenes, yo también? ¿Sabe que un disparo es un acto
sencillo y frágil? ¿Incluso rápido? Un disparo es efectivo. Es
como cambiar una pieza podrida, inútil, rascar una pared y
limpiarla del mismo puto color que estaba antes de que la
humedad se comiera medio comedor. Un disparo, sí.
técnIco, suspira y sube de nuevo a la silla: Ahora no estamos
en /
InquIlIno: / Claro que lo estamos. Lo que pasa es que no
lo sabemos. No nos lo han comunicado. Son así de ama-
bles con nosotros. Hemos ido bautizando las derrotas con
nombres absurdos. Zonas comunes, cláusulas, formularios,
solicitudes... (Pausa.) Y no se asuste, que el disparo no
puede ir hacia usted. Estamos en el mismo bando. ¿De
verdad no se da cuenta? La gran victoria, su gran victoria,
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es que nos han dejado huérfanos de semántica. Usted aquí,
subido a la silla, golpeando una pared, un techo, mientras
que lo que tendría que estar haciendo es ir arrancando la
piel a los que nos reúnen en estas aventuras. ¿Esperamos a
que llueva otra vez? En esta ciudad nunca llueve. Hasta que
llueve. ¿Cómo tiene las uñas?
técnIco: ¿Las uñas?
InquIlIno: Las uñas. Cuando esté agonizando es con lo
único que se podrá defender. Sé que me entiende. A los
violadores, a los pederastas, a los asesinos en serie... A todos
se les distingue por una marca en el cuello que la víctima,
desesperada, ha conseguido dejar como un tatuaje póstumo.
¿Le gustan los tatuajes? Déjese las uñas largas. Tal vez las
necesite. Hace tiempo que esto ha vuelto a despertarse en
las entrañas del hombre. ¿No nota movimientos en su vientre
de operario? Somos un volcán dormido, una hiena escondida
a la que calman con una pieza nueva, con una futura capa
de pintura. (Obliga al técnIco a bajarse de la silla y le empuja
hacia la puerta.) Váyase. Váyase y diga a la propietaria que
esté tranquila. Estemos todos tranquilos.
técnIco, con la puerta ya abierta: Todo se arreglará.
InquIlIno, le empuja hacia afuera y cierra la puerta: Todo
volverá a su sitio. Ya se escuchan los tambores.
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VI
El
AdmInIstrAdor y la ProPIetArIA sentados en la mesa,
frente a frente.
ProPIetArIA: Tendremos que evaluar los daños. Yo he perdido
varios meses de alquiler, y el parqué se ha levantado.
AdmInIstrAdor: Haga un presupuesto. De todas formas,
nadie había previsto que lloviera tanto este invierno. Las
cuestiones meteorológicas pueden interpretarse como un
accidente del que nadie tiene la culpa.
ProPIetArIA: No busco penitencia. Ni condenas. Sólo respon-
sables y soluciones concretas. Una explicación necesaria y
suficiente. Una mala edificación, ¿por ejemplo?
AdmInIstrAdor: Nosotros hicimos las reformas que el con-
texto nos pedía. Y las hicimos bien. Nadie se quejó. Ya
sabe. Otros constructores nos felicitaron. Nos dieron algún
premio. Y los vecinos estaban encantados. Fue una reforma
modélica. ¿No se acuerda de cómo era este edificio antes?
ProPIetArIA: Un bloque a punto de la ruina.
AdmInIstrAdor: Un bloque lleno de cemento y de suciedad.
Hasta los vecinos vestían peor, también más sucios, con
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harapos y con la cara triste y desencajada. El edificio les
ha dado el aspecto que tienen ahora. Mire cómo pasean
la cabeza erguida. El nuevo garaje, el bulevar, las tiendas
y sus rebajas. Aquí hay vida, nadie lo puede negar. Y todo
esto comenzó con la reforma. Lo pintamos todo, cambia
-
mos puertas y cristales. Las tuberías exteriores. Los azulejos
que utilizamos eran una absoluta novedad por aquí. Nadie
había visto nada igual. Incluso pusimos un sofá de piel en
la entrada, y una alfombra en el primer tramo de escaleras.
Las señoras decían que se sentían estrellas de Hollywood.
¿Y ahora? ¿Ahora todo es una mierda?
ProPIetArIA: ¿Cambiaron las cañerías interiores?
AdmInIstrAdor: No. Les hubiera salido por un ojo de la cara.
ProPIetArIA: ¿Cambiaron el motor del ascensor?
AdmInIstrAdor: No. Les hubiera salido por un ojo de la cara.
ProPIetArIA: ¿Cambiaron las calderas?
AdmInIstrAdor: No. Les hubiera salido por un ojo de la cara.
ProPIetArIA: ¿Cambiaron el sistema de refrigeración del
terrado?
AdmInIstrAdor: No. Les hubiera salido por un ojo de la cara.
ProPIetArIA: ¿Cambiaron la instalación eléctrica?
AdmInIstrAdor: No. Les hubiera salido por un ojo de la cara.
ProPIetArIA: ¿Cambiaron las paredes maestras?
AdmInIstrAdor: Eso es imposible.
ProPIetArIA: Eso nos decían. Que era imposible.
- 33 -
VII
El
técnIco y el AyudAnte, que silba, pintan la pared
con un rodillo. El suelo está lleno de cubos de
pintura.
técnIco: Pásame el pincel pequeño. Esta pared se lo come
todo.
AyudAnte, le pasa el pincel: Cuando trabajaba con mi pa-
dre, habíamos estado en los bloques del otro lado del río.
técnIco: ¿Los del otro lado?
AyudAnte: Sí. Allí sí que había grietas por todos sitios.
Había andamios, estructuras de hierro. Los pisos estaban
apuntalados, y la gente cocinaba entre las columnas im-
provisadas. Incluso vigas olvidadas. «Las columnas al aire
libre sostienen la realidad», decía mi padre. (Pausa.) Los
hombres dejaban allí los abrigos. Enganchaban un clavo,
o encolaban un gancho de madera, y lo usaban de per-
chero. Los niños jugaban a fútbol dentro de los rellanos, y
los hierros eran los palos de las porterías improvisadas. La
gente tenía miedo a que todo se derrumbase, pero seguían
sus vidas allí, encerrados. Se decía que el hormigón estaba
enfermo. (Pausa.) Salió en todos los periódicos.
- 34 -
técnIco: Dicen que el chaval cometió una imprudencia. Que
movió una de las piezas.
AyudAnte: ¿Cómo pudo mover él solo una viga como ésa?
técnIco: Los chavales a esa edad tienen más fuerza de lo
que parece.
AyudAnte: «Hay cabezas que necesitan balcones», decía mi
padre.
técnIco: Era del barrio. El niño era del barrio.
AyudAnte: Sí, dicen que su familia era de las que habían vivido
en las barracas. El ayuntamiento les cedió ese piso por un
precio simbólico. Luego lo alquilaron y compraron dos más. Y
la madre comenzó a gestionar más pisos. De allí, y de fuera.
técnIco: Salió en los periódicos, sí.
AyudAnte: Vendían el cobre de las cañerías, los cables, re-
ventaban las puertas... Se decía que incluso hacían hogueras
dentro de casa. Y luego, el salto. Las ganas de cruzar el río.
Pero el niño volvía todas las tardes a ese primer piso a jugar
con sus amigos. «Somos lo que nos acostumbramos a ser»,
decía mi padre.
técnIco, le devuelve el pincel: Pásame el rodillo otra vez. Esta
pared se traga la pintura como una alimaña hambrienta. Sólo
quiere pintura, pintura, más pintura. No podemos gastar
más de la cuenta, hay que hacer la aritmética antes de bajar
a comprar, y esta pared sigue pidiendo más y más pintura.
Devora la pintura. Parece que durante siglos haya aguardado
aquí, callada, esperando a que alguien saciara su hambre y
su sed de pintura. Esta voracidad es lo que nos ha llevado
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a que un niño, aburrido, sea capaz de tirarlo todo abajo.
(Pausa.) Ten el rodillo, acábalo tú. Estoy cansado.
AyudAnte: ¿Cómo lo hago? ¿De arriba abajo o de abajo
arriba? ¿No sería mejor pasarlo en horizontal? ¿Por qué no
pintamos en horizontal?
técnIco: Hazlo como siempre se ha hecho.
- 37 -
VIII
Cena romántica entre el
InquIlIno y la novIA.
novIA: Por fin se ha ido el frío.
InquIlIno: Comienzan a verse las primeras bicicletas. En las
plazas ya han montado alguna terraza. Podríamos salir a
cenar fuera algún día.
novIA: Aquí se está bien. Están nuestras cosas.
InquIlIno: Las cosas no huyen. Huimos nosotros.
novIA: Ha quedado bien la pared y el techo. Estoy contenta.
A lo mejor es el momento de compartir gastos... Quiero
decir, casi todos los días duermo aquí, tengo la ropa aquí,
estoy cerca del trabajo. (Se escucha un golpe seco que viene
del piso de arriba.) No tiene sentido mantener dos pisos.
InquIlIno: No tiene sentido.
novIA: Ahora es el momento de ahorrar. Por si vienen
tiempos peores. La gente está nerviosa. (Se escucha otro
golpe.) ¿Qué es eso? ¿Escuchas eso?
InquIlIno: El ruido siempre viene de arriba.
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novIA: ¿Pero qué es?
InquIlIno: Tacones.
novIA: Talones.
InquIlIno: Tambores. (Pausa.) Fusiles, banderas, cornetas.
(Pausa.) No sé si es una buena idea.
novIA: ¿El qué?
InquIlIno: Que te traslades aquí. (Se vuelve a oír otro golpe.)
Si te instalas, tendré que subir.
novIA: No hace falta. No molesta tanto. (Otro golpe aún más
fuerte. Otro, y otro, y otro, cada vez con más frecuencia.)
No subas, por favor.
InquIlIno, se levanta: Todo empieza en el lenguaje. Y del
lenguaje se pasa al desierto.
novIA: No volverá a salir la mancha. No subas. Siéntate.
Cena tranquilo.
InquIlIno: La resistencia lleva en su propia palabra, en su
esqueleto, una cruz incrustada. Fíjate en la herida. Está en
sus huesos. La resistencia es un estigma. Un sacrificio. Van
borrando la cruz sin que nos demos cuenta. La resistencia
pierde su «t» y, golpe a golpe, se convierte en mera resi-
liencia. Darwin, es eso. Darwin. Tampoco sobrevive el más
fuerte. El que mejor se adapta es el que sobrevive. Sólo es
lenguaje. Palabras. Cifras.
novIA: Subiré contigo, entonces.
El
InquIlIno sale por la puerta, solo, y se escucha un
fuertísimo golpe. Silencio.
- 39 -
IX
El
AyudAnte entra por la puerta, con un periódico
en la mano, mientras el técnIco permanece de cara
a la pared, tocándola, como si buscase impurezas.
No se gira en ningún momento.
AyudAnte: ¿Has visto las noticias? Hablan de guerra.
técnIco: Son palabras vacías.
AyudAnte: Pero hay fotografías. Y datos. Hay un reportaje
lleno de datos para que entendamos por qué el Gobierno
ha tenido que actuar.
técnIco: Todo se arreglará.
AyudAnte, abre y lee el periódico: «Las fuerzas del orden se
han visto obligadas a usar legítimamente la violencia para
garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. Aquéllos
que amenazan con cambiar radicalmente el estado de las
cosas…»
técnIco: El orden.
AyudAnte: Sí.
técnIco: La violencia legítima.
- 40 -
AyudAnte: Sí.
técnIco: La seguridad.
AyudAnte: Sí.
técnIco: Los ciudadanos.
AyudAnte: Sí.
técnIco: Esta pared (sigue acariciándola) ha quedado rugosa.
No hay tiempo para lijarla de nuevo. Hay que acabar con
esto de una vez.
AyudAnte: ¿Quieres que lo haga yo? ¿Estás cansado?
técnIco: No. Déjame solo.
AyudAnte, sigue mirando el periódico, como buscando otra
noticia: Nunca lo explicaron.
técnIco: ¿El qué?
AyudAnte: Por qué se derrumbó todo.
- 41 -
X
ProPIetArIA, se mueve de un lado para otro, se agacha,
gatea, como si buscara descubrir algo en el suelo, se vuelve
a levantar y repite el movimiento una y otra vez: Las nuevas
ciudades son un pasillo de supermercado, un enjambre, un
frigorífico junto a otro frigorífico junto a otro frigorífico.
Las neveras son armarios sin puertas, estanterías climati-
zadas, peceras de animales estáticos. También los niños,
blancos y rubios y deportivos, se servirán en neveras y
nichos blancos. Hay en el laberinto de congelados merluza,
carpaccios, vieiras, croquetas, mousse, crêpes, brochetas,
caprichos de chocolate, niños blancos y rubios, mortales y
rosas, filetes, lubina, magret, lomo y confit, bacalao, pollo
asado, pollo blanco y rubio, lenguado, carabineros, buey,
hojaldre, pimientos del piquillo, y un pasillo largo, blanco
y mortal y rosa donde los niños podrán chutar, driblar, y
dibujar con su balón de cuero todas las imágenes conge-
ladas de un río estrecho, eterno, sin horizonte ni destino.
Y en las estanterías bajo cero, la ciudad presumirá de algas
japonesas, de ajo picado, de piñones, de boniatos y de
salmón envasado al vacío en alta mar. Almejas blancas y
rubias, perejil, coulant, sorbete, trufas heladas para el niño
que calcula las escuadras de una ciudad, de un frigorífico,
- 42 -
de los profiteroles y la tarta, y de los guisantes, la ensaladilla
rusa, las alcachofas troceadas, niños troceados, ciudades
troceadas, que se cuelan por la grieta blanca y rubia de un
caudal de comida para llevar en una ciudad nueva y sin el
papel de plata de la memoria.
- 43 -
XI
El
ArquItecto y el AdmInIstrAdor pasean por el apar-
tamento. Toman medidas de todo y lo apuntan
en una carpeta. Junto a ellos está el técnIco, que
les sigue.
ArquItecto: Los hombres del tiempo /
AdmInIstrAdor, mirando al técnIco: / Repasaremos bien el
balcón. Con la silicona no es suficiente. (Mirando al ArquI-
tecto.) Compruebe que la estructura esté perfecta. Ahora
la competencia será mayor, ya sabe, la gente no está para
presentar avales.
técnIco: Cualquier desperfecto será una buena excusa para
denunciarnos.
ArquItecto: Hay edificios que están mucho peor.
AdmInIstrAdor: La propietaria no cede. Y es mejor que la
policía no vuelva a venir por aquí.
técnIco: ¿Se sabe algo más?
AdmInIstrAdor: Eran de fuera. Enemigos. Una batalla entre
aliados, dijeron. Así actúan... Una mancha en la pared, una
- 44 -
mirada, un insulto, no dejar pasar al que va cargado con
las bolsas de la compra, ensuciar la ropa tendida, un pájaro
muerto en el buzón... Ya sabe.
ArquItecto: Tenemos suerte de que se peleen entre ellos.
AdmInIstrAdor: Supongo que sí... (Marca una pared con un
lápiz.) Aquí pondremos un espejo.
técnIco: ¿Quiere que reformemos también el piso de arriba?
AdmInIstrAdor: ¿Hay riesgo de que vuelva a salir otra vez la
mancha?
ArquItecto: Puede que las grietas crezcan. Los hombres del
tiempo...
AdmInIstrAdor, marca otra pared: Aquí pondremos otro
espejo. Que se miren las caras. Que sepan que tienen cara.
Y que han de pagar el alquiler, la letra, el suministro. Que
ellos son los que pagarán los gastos de la guerra. Que no
olviden que son anónimos con cara.
ArquItecto: No tape las grietas. Que nos necesiten y nos
llamen.
AdmInIstrAdor: Gestionemos. Gestionaremos pisos, emocio-
nes, problemas, sentimientos. Gestionemos las propiedades
a los propietarios.
ArquItecto: Les podemos ofrecer cemento, pladur, yeso,
arcilla. (Pausa.) Sólo me preocupan los hombres del tiempo...
Que insistan en /
AdmInIstrAdor: / Les cambiamos la cerradura, les enviamos
facturas, les atendemos al teléfono. Nos necesitan.
- 45 -
ArquItecto: Más que nunca.
AdmInIstrAdor: Esto terminará algún día. Y entonces, los ene-
migos serán amnistiados. El Gobierno es así de generoso.
(Pausa.) Porque va a ganar este Gobierno. Y seguiremos
haciendo las mismas cosas, claro, pero nos obligarán a nue
-
vas reformas. Hay que gestionar el ruido, también. Por eso
hay que ser absolutamente necesarios. Ya sabe.
ArquItecto: Rompamos alguna cañería. La arreglamos, pero
sin prisa. Cuando acabe el conflicto, nos pedirán que mire-
mos hacia adelante. La raya, la frontera marcada con tiza,
se trazará entre los necesarios y los prescindibles.
AdmInIstrAdor: Ampliaremos la oficina.
ArquItecto: Entonces haremos algo grande. Nuevo.
Importante.
técnIco: Pero las grietas hay que taparlas.
AdmInIstrAdor: Lo suficiente. Pero deje que se vean un poco.
ArquItecto: Que no olviden que los cimientos son nuestros.
AdmInIstrAdor: Somos de adentro.
técnIco: ¿Y si nos descubren?
ArquItecto: Será demasiado tarde. Siempre lo es.
- 47 -
XII
El
AyudAnte y la novIA fuman.
AyudAnte: ¿Cómo está?
novIA: Mejor. Con ganas de volver a casa.
AyudAnte: ¿Os quedaréis aquí?
novIA: Él dice que sí, que es nuestro sitio. (Decepcionada.)
Ahora dice que es nuestro sitio.
AyudAnte: «La periferia es periferia hasta que descubre
su propio centro», decía mi padre. Supongo que hay que
resignarse.
novIA, decepcionada: Él está convencido de que esto es
enfrentarse. (Pausa.) Pero hay que ir más allá.
AyudAnte: El periódico dice que tenemos la guerra perdida.
(Pausa.) La semana que viene vuelvo a trabajar en los pisos
del otro lado del río. El ayuntamiento los volverá a arreglar.
novIA: ¿Y tu jefe?
AyudAnte: Ha cogido la baja. Se siente cansado. Lo fui a
ver, pero no abre la puerta a nadie.
- 48 -
novIA: ¿Sabes? No creo que tengamos la guerra perdida.
Le llaman «guerra» cuando no están seguros de ganarla.
Nunca antes. Mientras está todo controlado, hablan de
«recesión», de «hechos puntuales», «bolsas de pobreza»,
de «hombres de negro». Luego sacan las pelotas de goma,
las porras, las granadas y los gases, los carros de combate,
las armas y los cascos. Ellos mismos queman contenedores
y muestran el humo. Cadenas de incendios y de humo. No
es una estrategia. Ni eso. Simplemente es su manera de
actuar, de estar aquí, de permanecer. Es lo que han apren-
dido a hacer, igual que tú has aprendido a tapar agujeros.
Es así como el frío se te mete tan adentro. (Pausa.) Y luego
comienza lo de los eufemismos. Allí sí que se nota que la
guerra avanza. Las noticias de última hora, señalar a los
antisistema. Somos todos antisistema. Y montar muchas
fiestas. Fiestas de fútbol, una Navidad llena de bombillas,
verbenas con música en directo. Así, de repente, vuelve a
estar permitida la música en directo. Y llega la primavera,
y las bicicletas inundan las calles y la gente cena con vino.
Entonces, sólo entonces, pronuncian la palabra «guerra».
AyudAnte: Hablas como él.
novIA: Cuando uno retrocede, por miedo o por escepticis-
mo, el otro ha de dar un paso hacia adelante. Eso también
es el amor.
AyudAnte: «Los hombres también llueven», decía mi padre.
- 49 -
XIII
El escenario se queda totalmente a oscuras. Se es
-
cucha una conversación entre el InquIlIno y la novIA.
novIA: ¿Por qué no nos vamos?
InquIlIno: Ahora hay que quedarse.
novIA: Por el mismo precio, podemos alquilar una casa en
las afueras.
InquIlIno: Siempre estamos en las afueras.
novIA: No vendrán, y aunque viniesen, ¿qué podrías hacer?
InquIlIno: Resistir. Reconciliarnos. Convencerlos. Ahora
conozco la fuerza del límite. La justa medida.
novIA: La derrota es un punto concreto y frío del mapa. La
victoria, sin embargo, no entiende el discurso de los límites.
No hay mapas para la victoria.
InquIlIno: Ellos viven arriba, pero tienen el mismo problema
que nosotros. Todos tenemos a alguien arriba.
novIA: No todos. No siempre.
- 51 -
XIV
El
InquIlIno y la ProPIetArIA están sentados, firmando
unos documentos.
ProPIetArIA: Siento que esto haya acabado así. Hice todo
lo posible por arreglar el problema, pero tampoco ayudó
demasiado que subieras. ¿Por qué tenías que subir?
InquIlIno: Creí que era un enemigo.
ProPIetArIA: ¿Y no lo era?
InquIlIno: No, no creo que lo fuese...
ProPIetArIA: Firma aquí. (Le acerca más papeles.) Y no te
martirices... Ellos ya se han marchado. Me lo ha dicho el
administrador. Es lo mejor para todos.
InquIlIno: ¿Para quiénes?
ProPIetArIA: Para ellos; para tu novia y para ti, que podréis
buscar un nuevo sitio; para mí, que podré actualizar el
alquiler; para el administrador, que se olvidará de tanto pro-
blema... (Pausa.) Y aquí. (Le vuelve a acercar más papeles.)
InquIlIno, lee en voz alta: «Yo, como inquilino del inmueble
situado en la calle XXX, manifiesto que, en este documento
- 52 -
firmado por mi persona, excluyo de cualquier responsabili-
dad legal a la propietaria del citado inmueble». (Pausa.) «Yo
manifiesto que renuncio a cualquier indemnización por parte
de la propietaria y del administrador por el incumplimiento
del contrato anterior». (Pausa.) «Yo manifiesto que el apar
-
tamento está en perfectas condiciones para ser alquilado de
nuevo». (Pausa.) ¿Qué pasa si no firmo?
ProPIetArIA: Podemos ir por vía judicial.
InquIlIno: El técnico no declarará en contra nuestro.
ProPIetArIA: Qué más da. No sé ni si aún trabaja aquí...
InquIlIno: ¿Tiene hijos?
ProPIetArIA: ¿Quién? ¿El técnico?
InquIlIno: Usted. ¿Usted tiene hijos?
ProPIetArIA: Firma y acabemos de una vez. No sé a qué viene
ahora tanta nostalgia por un piso que querías dejar desde
el primer momento. Me lo dijo tu novia. Iros fuera. Pronto
acabará esto, y los transportes funcionarán mejor que nunca.
Si tenéis que venir a trabajar al centro lo podréis hacer en
menos de dos horas. Cambiad de aires.
InquIlIno: ¿Y usted qué gana?
ProPIetArIA: Han sido problemas ajenos a mi voluntad, te lo
recuerdo. Si cuando vuelva el invierno, vuelve a salir la mancha
y tú estás aquí, será un asunto enquistado. Lleno de vicios,
malentendidos y rencores. Y yo tendré que dejar de cobrar el
alquiler.
InquIlIno: Y si yo no estoy...
- 53 -
ProPIetArIA: Si no estás, para el nuevo inquilino será un
conflicto desconocido. Un contratiempo. Algo a lo que
adaptarse.
InquIlIno: ¿Tiene hijos?
ProPIetArIA: Algo a lo que adaptarse... (Pausa.) Era sólo un
niño.
- 55 -
XV
Todos los personajes están, juntos, en el piso.
Cada uno lleva una escoba y, cada vez que toman
la palabra, como si hablaran para ellos mismos,
barren con furia.
AdmInIstrAdor: Parece que la guerra ha terminado.
AyudAnte: ¿Quién habrá ganado?
ArquItecto: Mejor construir desde dentro que esperar a que
tus proyectos se queden en un plano, en una idea esbozada.
(Pausa.) Es una oportunidad histórica.
novIA: Volverá a llover. Y a hacer frío.
ArquItecto: ¿Cómo callar a los hombres del tiempo?
ProPIetArIA: La mancha sigue sin aparecer. Este invierno
será más tranquilo.
InquIlIno: Para algunos será demasiado tarde.
técnIco: No hay que escarbar en la arena, en la tierra del
pasado, en los errores fatales... Ahí están todas las llagas,
llagas dormidas.
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InquIlIno: De tanto olvidar el pasado se nos ha roto el cuello.
Andamos sin cuello.
AdmInIstrAdor: Siempre hay quien piensa en la gloria del
frágil. La épica del desamparado. Que visiten los centros
comerciales, los conciertos de adolescentes, las carreras de
Fórmula 1. Que abandonen la retórica, que dejen de hablar
del pueblo como un ente sublime y abstracto. Cuando reco-
nozcan sus circos tendrán opciones. Nunca antes. El pobre
lo que quiere es dejar de ser pobre. (Pausa.) Podrían haber
sido de los nuestros. Compartir el uniforme, la insignia, el
escudo, la orfebrería, las reliquias, las ofrendas. ¿Por qué
no tener el mismo himno? ¿Tanto detestan nuestro himno?
ArquItecto: Pasear por el claustro. Reconocer y respetar las
murallas.
AdmInIstrAdor: Reivindican un espacio que luego abandonan.
Se evaporan, emigran. No son los primeros. Lo suyo, en vez
de eterno retorno, es eterno éxodo. Dirán a los que les acojan
que son refugiados, perseguidos, expatriados.
AyudAnte: Se ven nubes a lo lejos.
InquIlIno: Se ven ejércitos de arquitectos.
ArquItecto: Hay que construir una nueva ciudad. Que las
guerras sirvan para eso.
InquIlIno: ¿El progreso es una fila de estatuas y mausoleos?
técnIco: Podemos arreglar lo viejo, hacer que parezca nuevo.
O regresar a las barracas.
AyudAnte: ¿Para qué hemos ido a la guerra?
- 57 -
ProPIetArIA: Alguien se ha dejado el balcón abierto.
ArquItecto: Tenemos que levantar suelos, mover cimientos.
Arrancaremos de cuajo las manchas. Tiraremos las paredes
y haremos un nuevo barrio, con más parques infantiles.
Queremos niños por todas partes. Niños y futuro. Pondremos
vallas y alambres.
ProPIetArIA: A mí me tendrán que indemnizar.
AdmInIstrAdor: El frío es útil. La gente con frío necesita que-
darse quieta, abrigada. Venderemos calefactores, estufas,
instalaciones.
AyudAnte: ¿No tendré que cruzar el río nunca más?
novIA: Oigo el agua. Está filtrándose.
InquIlIno: Siempre serás de fuera.
ArquItecto: El río lo taparemos. Y haremos una carretera.
InquIlIno: Volverán a salir manchas por todas partes. Manchas
como satélites. Asteroides, astros. Manchas. El cielo será
un cielo de manchas. Un cielo mancillado. Un horizonte de
gotas verdes y orina de gato. Y llegará el agua a la lámpara,
y todo será un cortocircuito. Un Big Bang. Una tremenda
explosión. (Pausa.) Y el olvido. (Pausa.) Nos quedaremos a
oscuras, con nuestras mantas.
novIA: ¡Mantas para todos! (Pausa.) De repente escucha-
remos un ruido. Esta vez muy suave. Un golpe seco. Otro.
Cada vez más fuerte, más intenso...
InquIlIno: Confundiremos el bando. El río. La orilla.
técnIco: Confundiremos al enemigo.
- 58 -
Queda la escena a oscuras.
InquIlIno: Las noches serán noches blancas. Y las calaveras
no significarán nada para el hombre nuevo.
Se escucha un fuerte ruido.
SEGUNDA PARTE
El jardín de una casa de campo.
- 61 -
I
Sol. Los dos personajes están estirados en una
tumbona.
InquIlIno: La fábrica está a un paso. Pronto tendremos que
comenzar a trabajar.
novIA: Iremos y regresaremos. En coche es un momento.
No hay que detenerse en ningún sitio.
InquIlIno: La gasolina. Hay que pararse a poner gasolina. (Se
levanta.) ¿Les has llamado? Ellos tienen derecho a saberlo.
novIA: Les llamaremos.
InquIlIno: Cada vez llega más humo. Viene humo de las
colinas.
novIA: El humo es una huella pasajera. Lo haremos, y el
humo se esfumará de la misma manera que ha venido.
InquIlIno: Los claveles. No podemos olvidar regar los clave-
les. Tanto sol los puede ahogar. Se morirán y se pudrirán.
novIA: Los claveles no se pudren. Aquí no hay humedad.
Cada vez tienen mejor color. (Pausa.) Cuando era pequeña,
- 62 -
teníamos en casa unos claveles rojos, hermosos, que hacían
de muro en el jardín. Un muro de claveles.
InquIlIno: Ahora los muros son de humo. El humo es una
nube, y la nube una amenaza. Los claveles no aguantarán
una tormenta como aquélla.
novIA: Basta.
InquIlIno: Basta.
novIA: Uno puede quedarse aquí, o levantarse y cultivar
flores, secar las fábricas. Este sitio es tan nuestro como de
los demás. Hemos hecho la mudanza, hemos sacado los
libros de las cajas, los hemos reordenado como tú querías.
He puesto lo de la herencia de mis padres en esta casa. Y
tenemos claveles. Claveles rojos de la infancia. Y nadie nos
los quitará. Ya no.
InquIlIno: Tenemos que decírselo. Y comenzar a trabajar en
la fábrica. Hay que pagar todo lo que hemos gastado. Me
pondré el mono de trabajo e iré a la fábrica. Son ocho horas
al día. Tendremos derecho a vacaciones. Iremos a Grecia, a
las islas, y tomaremos el sol. Allí también tiene que haber
claveles. Tú te vestirás con aquel bañador negro que tanto
te gusta. Caminarás por la arena de la playa, tranquila, sin
refugios ni bosques ni desiertos.
novIA, se levanta: Grecia escupe el humo de la vieja Europa.
Ésta es nuestra casa.
InquIlIno: No hay templos. No quedan templos.
novIA: Ni monasterios. En los monasterios ha muerto el si-
lencio. Organizan actividades extraescolares para niños, rutas
- 63 -
para excursionistas, visitas guiadas. Las campanas son un
adorno más del decorado. Mera escenografía. Las campanas
son automáticas. Las reliquias están manoseadas. Hay saliva
en cada reliquia. Saliva del enfermo, del creyente, del ateo.
Los monasterios han renunciado al silencio. Y nosotros no
podemos renunciar más a un hogar, a una vida en común.
Somos una comunidad de dos. ¿También quieres olvidar eso?
InquIlIno: Llámales.
novIA: Les llamaremos.
- 65 -
II
Alrededor de la mesa del jardín.
técnIco: Tenéis unos claveles bellísimos. Huelen desde lejos.
InquIlIno: También huele a humo.
novIA: Necesitamos vuestro apoyo. Hay que hacerlo. Sim-
plemente hay que hacerlo.
InquIlIno: Ellos ganaron. Bien. Nos fuimos. Bien. Comenza-
mos de cero. Iremos a sus fábricas. Pero eso no es suficiente.
Nunca es suficiente. Quieren más. Quieren nuestra casa
para montar sus casinos. Y cuando tengan nuestra casa, y
nos hayan metido en un motel de carretera, al lado de la
gasolinera, querrán el motel, la habitación, el coche. Llena-
rán las prisiones de inquilinos y de técnicos y de ayudantes
de técnicos. Quieren levantar prisiones por todo el país.
AyudAnte: Dicen que al otro lado del río no se vive tan mal
como antes. Han cerrado alguna fábrica, el río baja más
limpio.
técnIco: Allí siempre eres culpable de algo. Los pisos siguen
apuntalados.
- 66 -
AyudAnte: Sólo algunos. El ayuntamiento y el Gobierno se
han puesto de acuerdo. Habrá nuevos pisos.
InquIlIno: ¿No veis el humo?
novIA: Hay que hacerlo. Será rápido, os lo prometo. Lo lle-
varemos al río. Creerán que es una venganza de la guerra,
un pequeño resquicio suelto. Las autoridades prometerán
justicia, detendrán a cualquier drogadicto, lo castigarán
severamente, y podremos quedarnos aquí. Cada uno con
su casa. Sin piezas de hierro.
técnIco: Contad conmigo.
InquIlIno: No creo en la violencia.
novIA: Amor... (Le coge del cuello, le acaricia la nuca, y le
habla a un palmo.) Uno no puede creer en la violencia. La
violencia entra, franquea las zanjas, y se mete en el jardín sin
que nadie le haya llamado. No eres tú quien decide cuán-
do la violencia aparece o cuándo se marcha. Nos estamos
defendiendo.
InquIlIno, le aparta: Hoy no hemos regado los claveles. Hace
mucho calor y los claveles están secos, deshidratados.
técnIco, se va hacia la fila de claveles, en forma de muro, y
los acaricia. Habla de espaldas al resto de personajes: Contad
conmigo.
AyudAnte: El río es otra frontera. Eso también me decía mi
padre. Me quedo con vosotros. Os ayudaré en lo que haga
falta.
InquIlIno: El humo. El humo de las fábricas.
- 67 -
III
ArquItecto: No es una mala oferta.
novIA: Es una oferta, ése es el problema.
ArquItecto: Ahora os parece que éste es vuestro sitio, pero
volverá el invierno. Y las lluvias. Mirad el cielo. Asoman las
primeras nubes.
InquIlIno: Es humo.
ArquItecto: Son nubes. Las estaciones pasan. Esas flores ya
bajan la cabeza. No aguantarán, lo sabéis. Hacedme caso
y aceptad la oferta.
novIA: Son claveles. Los claveles son fuertes. Resistirán.
ArquItecto: Llevo tiempo imaginando una nueva ciudad.
Tengo las calles dibujadas, las plazas, las avenidas principa
-
les. Pondremos también claveles allí. Y geranios. Será una
ciudad llena de flores y de ciudadanos libres. Los edificios
tendrán sol artificial durante el día. Y no habrá ninguna
fábrica alrededor. Las dejaremos todas aquí. No veréis
más fábricas. Y las paredes serán limpias, blancas. Podréis
empezar de nuevo.
InquIlIno: ¿Cómo está la antigua ciudad?
- 68 -
ArquItecto: Todo son ratas y gatos muertos. Las alcantarillas
se han abierto. El agua está contaminada. Los bancos han
comenzado a cerrar. La gente ruega estar en la nueva ciudad.
Allí habrá crédito. Y nuevas leyes. Podrás pasear en bicicleta,
nadar en la piscina municipal. (Pausa.) Vuestro antiguo piso...
InquIlIno: ¿Qué le pasa?
ArquItecto: La propietaria... Se ha mudado allí. Las grietas han
aparecido ahora en la cocina y en el baño. Dicen que por la
noche se escuchan gritos y sollozos. La han visto con las manos
sangrando. Arranca el parqué, y el aluminio de las ventanas.
novIA: ¿Y el administrador no le ayuda?
ArquItecto: Al administrador le han contratado en la nueva
ciudad. Él, como yo y como todos, era sólo un trabajador más.
Hicimos lo que tocaba. Punto. Ahora podrá administrar
más terreno, más parcelas, y con mejores condiciones. ¿De
verdad aún no os queréis dar cuenta?
InquIlIno, saca tres cervezas y le acerca la primera al ArquI-
tecto: Beba, está fría.
ArquItecto: No me gusta la cerveza.
novIA: Beba. Es el invitado.
El
ArquItecto bebe.
- 69 -
IV
Monólogo del
InquIlIno. La novIA permanece frente
a los claveles, sin mirarle.
InquIlIno, se agarra del cuello, como si se lo quisiese
arrancar: Asco. Náuseas de asco. (Pausa.) Tiene que ha-
ber alternativas... Tendría que haber siempre alternativas.
¿No es cierto? A uno le van empujando a los abismos.
Eso es hacerse adulto, viejo. Apretar las piernas y el culo.
No mirar atrás. Ni abajo. Sobre todo, no mirar abajo. E ir
aguantando... Hay que resistir. Resistencia y resiliencia son
las dos caras de una misma moneda. Resistir con tensión.
Habituarse al miedo. A que toquen el timbre y sólo vengan
malas noticias. A pasar la tarde en el cine y, al volver a casa,
que estén allí, esperando, habiéndote ganado no sé cuántos
pasos. (Pausa.) A esperar a que se relajen ellos, a esquivar
los disparos. A escondernos en nuestro caballo de Troya.
(Pausa.) Hay que ser malabaristas. La tentación es rajarle
la cara. Lanzar su cadáver por la ventana. Pero eso es lo
que harían ellos. (Pausa.) Asco... asco... Tú te acuerdas de
cuando eras niña y tenías claveles rojos. Quédate allí, junto
a los claveles. No oigo las campanas. ¿Esto era el silencio? Y
el humo, el humo no se va después del ruido de cuchillos...
- 70 -
El ruido no corta el humo de las fábricas. (Se acerca a la
novIA y la gira una y otra vez, pero ella, sin decir nada,
vuelve a ponerse de espaldas, mirando los claveles.) ¿Qué
hacemos ahora? (La gira y ella se da la vuelta.) ¿No somos
más exiliados que nunca? (La gira y ella se da la vuelta.) ¿No
es ésta una periferia sin freno? (La gira y ella se da la vuelta.)
¿Cuál es el centro que nos aguarda? (La gira y ella se da la
vuelta.) Aquí no hay refugios ni panaceas. (Vuelve al centro
del jardín, mira al público, y deambula.) La inercia era mejor
que esto, que esta sangre tan roja y tan metálica, que este
olor a sangre oxidada. Que esta cara cortada. La inercia. El
horario cerrado, las disputas por los fines de semana libres,
la violencia controlada entre el jefe y el subordinado. (Pausa.)
¿Somos más libres ahora? Puede ser que seamos más libres,
pero las manos las tengo manchadas. Me miro las manos
y veo una mancha verde, una mano de césped, un verde
pardo en la mano. Un monte con sus serpientes. Una selva,
tengo una selva en la mano. (Pausa.) El arquitecto hablaba
de una ciudad nueva, de un hombre nuevo, de casas sin
grietas ni filtraciones de agua. ¿Mentía? ¿Y acaso no menti-
mos todos? La ciudad está callada, se hará de noche pronto
en la ciudad callada. Las gentes se quedarán en sus casas,
cerradas herméticamente. La silicona será reemplazada por
nuevos materiales, más resistentes, más aislantes. Las casas
serán islas y colmenas. Los ascensores serán individuales, y
los ciudadanos no tendrán que tocarse con sus vecinos. Ga-
rantizar la ausencia de contacto entre la masa. Que respiren
el espacio. (Pausa.) ¿Degollar al cerdo? Vendrán decenas de
arquitectos, miles, millones de arquitectos. Y ellos matarán a
los pájaros que entren en la nueva ciudad. Y ya no habrá más
propietarias. Sólo un propietario y millones de arquitectos.
- 71 -
(Respira, agotado.) Millones de arquitectos trabajando en
las nuevas fábricas. Todos sentados en sus pupitres. Con
cámaras. Cámaras por todas partes. ¿Y las cárceles? Cárceles
de silencio. Se oirán únicamente suspiros, a lo lejos. Sólo se
escucharán las campanas. Y los presos tendrán geranios y
claveles. Rojos, amarillos, claveles rosas y azules. Y desde
sus celdas, pasando tubos entre los barrotes, regarán sus
plantas cada día. (Se estira en el suelo, mirando el cielo.) Se
acabarán los disparos al aire, las manchas en el techo. Los
científicos, que trabajarán junto a los arquitectos, lograrán
acabar con las nubes tóxicas. Los gatos no se mearán en las
esquinas. Nos comeremos a los gatos y a los extranjeros. El
río rojo se llevará los malos augurios. (Se levanta y mira al
público.) Asco de esta muerte repugnante. De los cortes en
el ojo y en las manos. Lo enterraremos con sus proyectos.
Pero sus proyectos eran de todos. El coro ha gritado y el
Gobierno recoge los anhelos y los clasifica en urbanizaciones
y butacas para el domingo. (Deambula.) Una taxonomía para
la servidumbre voluntaria. (Pausa.) ¿Un asesinato para acabar
con los domingos? Se prohibirá la palabra «repetición». Y
volveremos a la misma guerra de siempre. La Historia va
deshonrando los legados, los conceptos, las esperanzas com-
partidas. Le llamaremos «izquierda» a la derecha, «libertad»
a la opresión, «abstracción» a la mancha, y «transparencia»
al panfleto. (Vuelve a mirar al público.) ¡Hemos matado al
cerdo! ¡Hemos matado al cerdo!
- 73 -
V
Trasladan el cadáver del
ArquItecto de un extremo
de la escena al otro, donde están los claveles. El
InquIlIno y la novIA llevan una linterna cada uno
como única iluminación. El técnIco, una pala.
técnIco: Una muerte justificada.
InquIlIno: ¿Dan certificado de justificación en algún sitio?
novIA: No hay papeles. Los papeles nos han traído hasta
aquí.
El
técnIco le pasa la pala al AyudAnte, y dejan el
cuerpo en el suelo.
InquIlIno: No creo que la burocracia haya matado a nadie.
Hemos sido nosotros. Eso es todo.
AyudAnte, comienza a cavar, le iluminan el InquIlIno y la
novIA: «Nadie muere por sus ideas, muere porque alguien
lo mata», decía mi padre.
novIA: A nosotros. La burocracia nos ha matado a nosotros.
AyudAnte, sigue cavando: ¿Sigo?
- 74 -
InquIlIno: Nosotros respiramos.
novIA: Ahora sí. Si hubiesen puesto la nueva fábrica, co-
menzaríamos a toser enseguida. ¿No te das cuenta de lo
que hemos conseguido frenar? Primero sería la típica mu
-
cosidad del minero. Esputar trozos verdes, homogéneos,
identificables. Fragmentos de pulmón. Luego el color se iría
ennegreciendo...
AyudAnte, sigue cavando: ¿Sigo?
novIA: Y, entonces, cuando nos quejáramos, vendrían los
comisarios a casa. Nos preguntarían a qué nos dedicábamos
en la vieja ciudad, por qué vinimos a vivir aquí, cuáles son
los síntomas... Preguntarían los antecedentes. Y los antece-
dentes son accidentes siempre. Seamos justos.
técnIco: Una muerte justificada.
novIA: Y los guardias aparcarían fuera de casa. Tendríamos
que bajar las persianas. Y no salir al jardín.
AyudAnte, sigue cavando: ¿Sigo?
novIA: Y la prensa. La prensa nos perseguiría.
técnIco: Y buscaría los trapos sucios.
InquIlIno: Vendrá el administrador a preguntar por él. Y la
propietaria /
novIA: / La propietaria se ha vuelto loca.
AyudAnte, visiblemente cansado, sigue cavando: ¿Sigo?
novIA: El administrador encontrará nuevos arquitectos.
- 75 -
AyudAnte: Esto ya está. (Cogen de nuevo el cadáver y lo
tiran al hoyo.)
El
InquIlIno y la novIA apagan las linternas. Oscuridad.
InquIlIno: Vámonos antes de que se haga de noche.
- 77 -
VI
AdmInIstrAdor: Qué poco huelen esos claveles. Deberían
regarlos más.
InquIlIno: Nos cortan el agua cada tarde. Pero eso ya lo sabe.
AdmInIstrAdor: Les dejo mi tarjeta. (Le acerca una.) Si le
ven, díganle que me llame. El país necesita a los mejores.
Hay que reconstruir la patria. Él era el mejor de nuestros
arquitectos.
novIA: ¿Cómo van las obras en la nueva ciudad?
AdmInIstrAdor: Con retrasos, pero hacia adelante. Ya han
comenzado a trasladarse las primeras familias. ¿Ustedes
no se animarán, finalmente?
novIA: Lo estamos pensando.
AdmInIstrAdor: Si quieren tener hijos, es lo mejor. Hay
trabajo en las oficinas. Y podrán aparcar sin problema.
Hemos construido aparcamientos subterráneos en cada
manzana de edificios.
novIA: Pero aquí hay pájaros. Y flores.
AdmInIstrAdor: Pronto desaparecerán las flores.
- 78 -
InquIlIno: Todo desaparecerá.
AdmInIstrAdor: Queremos inaugurar un zoo en el centro.
Traeremos leones, focas, iguanas...
InquIlIno: ¿Elefantes?
AdmInIstrAdor: Elefantes no. Nada de elefantes.
InquIlIno: ¿Por qué?
AdmInIstrAdor: Duran mucho. Más que nosotros en algunos
casos. La ciudad la construimos para los ciudadanos. No
para los animales.
novIA: En cautiverio, los elefantes no sobrepasan los veinte
años.
- 79 -
VII
El
InquIlIno y la novIA dialogan con el escenario
totalmente a oscuras.
novIA: Lo han visto en comisaría.
InquIlIno: No lo haremos.
novIA: No podrá quedarse callado. Quiere volver al barrio.
Siempre lo ha querido. Cruzar el río.
InquIlIno: No lo haremos. No estaba en los planes.
novIA: Los planes, tú me lo enseñaste, son una suma de
causas y de efectos. No de predicciones.
InquIlIno: No hay causa posible en algo así.
novIA: La causa es la carencia de silencio.
InquIlIno: ¿Y el efecto?
novIA: La libertad.
InquIlIno: No se puede matar la inocencia a cuchillazos.
novIA: Haremos lo que nos toca hacer. Es un sacrificio.
InquIlIno: Tiene que haber alternativas.
- 80 -
novIA: Es urgente. Un sacrificio urgente.
InquIlIno: A cuchillazos.
novIA: La urgencia es un túnel. O sigues hacia adelante o
te embisten.
InquIlIno: Un búho en la noche.
novIA: Futuro. Eso también es el amor. El futuro.
- 81 -
VIII
Aparece, nerviosa, la
ProPIetArIA.
ProPIetArIA: Me persiguen. Los guardias me persiguen. La
vieja ciudad ha perdido su antiguo orden. Todo es caos.
Las ratas se apoderan de las aceras. Las casas se caen a
pedazos. Los gatos muertos invaden la calzada. La gente
corre y grita.
InquIlIno: ¿Cuál es la amenaza?
ProPIetArIA: Nadie lo sabe. Pero no hay alimentos. Las tien-
das han cerrado. Los carteles de «Se alquila» y «Se vende»
inundan los comercios y las casas. No hay agua corriente.
técnIco: ¿Y por qué le persiguen los guardias?
ProPIetArIA: No lo sé. Pero está desapareciendo gente. Se
los llevan en camiones. No les dejan coger las maletas.
Nunca vuelven.
Parece que el
AyudAnte quiera intervenir, pero
desiste.
novIA: No podemos ayudarle. Ya tenemos suficientes
problemas.
- 82 -
ProPIetArIA, acercándose a los claveles: Pero aquí... qué
hermosos /
novIA: / No los toque. ¡No nos toque! Váyase. Nosotros
también nos marcharemos.
ProPIetArIA: ¿A dónde? ¿Por qué irse, si aquí hay sol y
silencio?
InquIlIno: El silencio es un paréntesis. La guerra volverá. Ya
tiembla de nuevo dentro de nosotros. La Historia retumba
en nuestras paredes.
técnIco: Hágale caso. Márchese ahora que puede. A lo mejor
en la nueva ciudad...
ProPIetArIA: La nueva ciudad está llena de perros. Han susti-
tuido la identidad por el merchandising.
InquIlIno: Perros o lobos... qué más dará cuando llegue el
invierno. (Pausa.) El hombre es un lobo para el perro, ¿no
es eso?
Parece que el
AyudAnte quiera intervenir, pero de-
siste.
ProPIetArIA: Un día me preguntaste si tenía hijos. (A la pareja.)
¿Vosotros no queréis tener hijos?
novIA: Es mal momento.
ProPIetArIA, al técnIco, desconfiada: ¿Y usted?
técnIco, algo perturbado, mirando al AyudAnte: Los andamios,
las vigas, la comisaría. Un problema seguro y localizado...
(Pausa.) Nadie estaba en el sitio adecuado. Ni usted, ni ellos.
- 83 -
Tampoco yo. Yo el que menos... Lo dije claro. Prohibido jugar
a pelota. Prohibido delatar. (Parece que el AyudAnte quiera
intervenir, pero desiste.) No pude hacer nada entonces.
Tampoco ahora. Y todo se derrumba de nuevo. No hay nada
que arreglar.
ProPIetArIA, también perturbada: Me conformaría con volver
a mirar, desde lejos, cómo se mueve en el patio, tan inde-
pendiente, tan autónomo, tan pequeño. (Pausa.) Necesito
ver cómo corre y baila, cómo se acerca a sus compañeros y
vuelve a marcharse. (Pausa.) Nada se arreglará, ¿no es cierto?
(Pausa.) Ver, sólo eso, cómo sonríe y juega. Nada de vigas ni de
perros. Hay un árbol muy grande. El árbol lleva muchos años
allí. Y él lo escala. Se sube a una rama. Se le ve feliz. Entonces
llega su maestra. Yo lo miro todo el rato desde detrás del
cristal. Y no digo nada. Estoy en una pecera. Él no me ve.
Y la maestra le coge con contundencia por el pantalón. Y
cae. Mi hijo cae y se rompe el brazo. (Llora.) Y yo sigo allí,
impasible, como en una sala de cine para mí sola. (Pausa,
deja de llorar.) El niño no volverá a subirse a ningún árbol.
Ni a un andamio. Respetará la cola, jugará a los juegos que
le digan en el colegio. Será puntual cuando toquen las cam-
panas. ¿Oyen las campanas?
InquIlIno: Son las campanas de las fábricas. Aquí no hay
colegios.
novIA: ¿Tú no dices nada?
AyudAnte: No, nada.
- 85 -
IX
El
InquIlIno y la novIA dialogan en el escenario to-
talmente a oscuras.
InquIlIno: ¿Has recogido todo?
novIA: Todo está en su sitio.
InquIlIno: ¿Lo has cubierto bien? ¿La lona era suficiente-
mente grande para los dos?
novIA: Le he puesto por encima toda la tierra que había.
InquIlIno: ¿Te ha quedado tierra entre las uñas?
novIA: Nada. No queda nada.
InquIlIno: ¿Y las palas?
novIA: Están escondidas entre los claveles. Cuando las des-
cubran, estaremos muy lejos de aquí. Duérmete. Saldremos
en cuanto amanezca.
InquIlIno: Nada. No queda nada.
- 87 -
X
Monólogo del
técnIco, que está solo, de rodillas,
frente al trozo de tierra donde han enterrado al
ArquItecto y al AyudAnte.
técnIco: Es la hora de irse. Nos hemos ido tantas veces,
ya... Llenaré el depósito de gasolina y conduciré sin rumbo
fijo. Así no hay manera de perderse. La frustración es un
fenómeno previsto. Previsible. En las ciudades antiguas
comenzó esta frustración. En aquel andamio mal colocado
cuando era yo el ayudante. Y ahora, después de creer que
se puede volver a comenzar, mi ayudante... Otro andamio
que cae, tan invisible, tan frágil, tan inocente. (Pausa.) Me
duele el pecho. Me duele cada vez más el pecho... (Pausa.)
En la otra parte del río, cuando todo aún estaba apunta-
lado, cuando creíamos que todo estaba bien apuntalado,
el niño blanco y rubio jugaba a fútbol entre las piezas
metálicas. Las columnas jónicas eran trozos de hierro.
¿Dónde estaban esas columnas? (Se levanta, parece que
busque las columnas de las que habla.) ¿Cuándo empieza
el derrumbe antes de que nos demos cuenta de que todo
se derrumba? (Pausa.) El aire no tiene quien lo sostenga.
Columnas, necesitamos columnas en los jardines, en los
- 88 -
paseos, en los parques. La modernidad necesita columnas
para soportar lo que nos viene encima. (Pausa.) Este sol es
tan frío... (Pausa.) Llenaré el depósito, revisaré los neumáti-
cos, pondré todos los calzoncillos y jerséis y pantalones en
el maletero. Compraré chocolatinas para el viaje. Bocadillos.
Papel de plata. Agua, muchas botellas de agua. Me pararé
en las áreas de servicio. (Pausa.) En cada parada cambiaré
el nombre y los apellidos, y así seré un hombre anónimo. El
verdadero hombre anónimo inalcanzable por la justicia y la
memoria. (Pausa.) Un hombre anónimo sin manchas en el
currículum. Trabajaré como siempre he trabajado, con las
manos, sin dudar sobre quién es el dueño. Puliendo el encar
-
go sin preguntas ni respuestas. Lijando la pared, mezclando
el mortero. Pintando de blanco las casas de gente anónima
a quien no les preguntaré el nombre porque no tendrán
nombre para mí. Ahorraré. (Pausa.) Ahorraré y tendré una
caravana. Sólo le pondré nombre a la caravana. (Pausa.) Iré
al mar con la caravana. Veré el agua salvaje, de la que nadie
se queja. Notaré su frío en mi cuerpo desnudo. En el cuerpo
desnudo de un hombre anónimo y solo. (Pausa.) Llenaré
todas las botellas vacías con el agua salada.
- 89 -
XI
En escena, el
AdmInIstrAdor con muchos planos en
la mano, explicando el proyecto al público, como si
los espectadores fueran los potenciales inversores.
AdmInIstrAdor: ¿Ven aquella zona? Allí pondremos la re-
sidencia. ¿Nada decadente, eh? Los jubilados tendrán su
parque especial para ellos, con sus zonas de recreo. Aquí
no se excluye a nadie. Todos son bienvenidos. Y el suelo,
el suelo será de un tipo de corcho con el que estamos
trabajando ahora. (Pausa.) ¿Y justo aquí? Justo aquí pon-
dremos una plaza dedicada al arquitecto que ideó todo el
proyecto. Tenía un nombre, un prestigio, y querían atacar
al Gobierno así. Cosas de la vieja ciudad. (Pausa.) Justo
donde está la casa pondremos la noria. Una noria inmensa
y llena de luces. Se podrá ver desde la autopista. Y habrá
tiendas de caramelos para los niños, una zona habilitada
para las madres que quieran dar el pecho... Esto es muy
importante. Nos importan mucho las mujeres que apuestan
por la lactancia materna. Esta nueva patria necesita niños
fuertes. Niños capaces de evitar otra guerra. (Pausa.) Donde
están esas flores secas construiremos el restaurante. Pollos,
hamburguesas, pizzas, ese tipo de cosas. (Pausa.) Ahí está
- 90 -
el negocio, señores. Elevaremos una especie de tranvía
eléctrico para que todo esté bien comunicado con la nueva
ciudad. Nos importa mucho el transporte público. Queremos
fomentar el transporte público. Y los obreros podrán venir
con sus hijos cuando acaben su jornada laboral. Estamos
negociando con los empresarios de la zona. Vamos a conse-
guir otra paga extra para ellos. El Gobierno está de nuestra
parte. (Pausa.) ¿Alguna pregunta? ¿No tienen ninguna
pregunta? (Pausa.) No se preocupen por esas nubes. Aquí
la temperatura es perfecta, y no lloverá en mucho tiempo.
De todos modos, como somos cautos y precavidos, hemos
encargado una cúpula gigante, de un metacrilato de última
generación. Estará abierto mientras haya sol. Si llueve, que
no lloverá, lo cubrimos todo, y sin problemas. (Pausa.) Ah,
sí, la limpieza. Me preguntaban antes por la limpieza. Para
nosotros es prioritaria la limpieza. Seguridad y pulcritud. Los
dos únicos secretos para que esto funcione. Lo dicen todos
los estudios de mercado. Y los informes. Tenemos decenas
de informes que avalan el proyecto. Podemos encargarnos
nosotros de la limpieza, si lo prefieren. (Pausa.) Eso sí, pro-
hibidos los animales. Ni perros ni ningún tipo de animales
domésticos. ¿Gatos? Sobre todo, nada de gatos. Se mean
por todas partes. (Suena una campana.) ¿Qué es eso? La
campana de las fábricas. A esta hora salen de trabajar. Cogen
el coche y se marchan directamente a casa. Ya ven. Cada
minuto que pasa estamos perdiendo dinero. ¿No les parece?
- 91 -
XII
Los dos
GuArdIAs van inspeccionando el jardín con
unos palos alargados, de madera.
GuArdIA 1: Aquí no hay nadie.
GuArdIA 2: Aquí no hay nada.
GuArdIA 1: Sólo nos llaman cuando es evidente que ya no
queda nadie.
GuArdIA 2: Hay que comprobarlo. A veces dejan pruebas
en la huida.
GuArdIA 1: ¿Cuándo te das cuenta de que eres uno de ellos?
GuArdIA 2: Supongo que lo llevas dentro. Un día estalla.
Sin más.
GuArdIA 1: Y comienzas a matar.
GuArdIA 2: La contención infinita no es posible. No lo es.
GuArdIA 1: ¿Crees que podemos acabar todos así?
GuArdIA 2: Esa gente son unos tarados. Escoria. Dicen los
periódicos que lo han hecho a sangre fría.
- 92 -
GuArdIA 1: ¿Sin motivos?
GuArdIA 2: Y a un ayudante.
GuArdIA 1: ¿Sin motivos?
GuArdIA 2: Es el terror. El terror es el motivo.
GuArdIA 1: Unos tarados. (Repite, como un autómata que
aprende la lección.) Dos, tres, mil tarados. Escoria. Son unos
tarados.
GuArdIA 2: Cosas de la naturaleza. Nunca están contentos
con lo que tienen.
GuArdIA 1: Son de fuera.
GuArdIA 2: De fuera.
El
GuArdIA 2 arranca un clavel y lo huele, mientras el
GuArdIA 1 mira el cielo.
GuArdIA 1: No me gustan nada esas nubes.
GuArdIA 2: Han dicho que no lloverá.
GuArdIA 1: Los periódicos.
GuArdIA 2: Los hombres del tiempo.
GuArdIA 1: Podrían equivocarse.
GuArdIA 2: Nos equivocamos los guardias, se equivocan los
deportistas, los jugadores de póquer, las azafatas, las depen-
dientas, los contables. Se equivocan los administrativos y los
bomberos. Puede ser que, incluso, se equivoque un juez.
Pero la ciencia nunca se equivoca.
- 93 -
GuArdIA 1: Si llueve, el río llegará hasta aquí. (Pausa.) ¿No es
la inundación otra forma de derrumbamiento?
GuArdIA 2, tira el clavel: La ciencia nunca se equivoca.
TELÓN.
Este libro,
impreso
los talleres de Gráficas Arrels
de la ciudad de Tarragona,
fue terminado
el día 3 de junio de 2015
.
Volums publicats:
Textos a Part
Teatre contemporani
1. Gerard Vàzquez, Magma, 1998
Premi Born 1997
2. Enric Rufas, Certes mentides, 1998
3. Lluïsa Cunillé, La venda, 1999
4. Juan Mayorga, Cartes d’amor a
Stalin, 1999. Premi Born 1998
5. Toni Cabré, Navegants, 1999.
Premi Serra d’Or 1999
6. Patrice Chaplin, Rient cap a la
foscor, 2000
7. Paco Zarzoso, Ultramarins, 2000.
Premi Serra d’Or 1999 (al millor
text espectacle)
8. Lluïsa Cunillé, L’aniversari, 2000.
Premi Born 1999
9. Bienve Moya, Ànima malalta,
2000
10. Joan Casas, L’últim dia de la crea-
ció, 2001
11. Toni Rumbau, Eurídice i els titelles
de Caront, 2001
12. Rosa M. Isart Margarit, Vainilla,
2001. Premi Joaquim M. Bartrina,
Reus 2000
13. Raül Hernández Garrido, Si un dia
m’oblidessis, 2001. Premi Born
2000
14. Harold Pinter, L’engany, 2001
15. David Plana, Després ve la nit,
2002
16. Beth Escudé, Les nenes mortes no
creixen, 2002. Premi Joaquim M.
Bartrina, Reus 2001
17. Luis Miguel González, La negra,
2002. Premi Born 2001
18. Enric Nolla, Tractat de blanques,
2003
19. Dic Edwards, Sobre el bosc lacti,
2003
20. Manuel Molins, Elisa, 2003
21. Meritxell Cucurella, Pare nostre
que esteu en el cel, 2003
22. Llorenç Capellà, Un bou ha mort
Manolete, 2003. Premi Born 2002
23. Gerard Vàzquez i Jordi Barra, El
retratista, 2003. Premi del Crèdit
Andorrà, Andorra 2002
24. Albert Mestres, 1714. Homenatge
a Sarajevo, 2004
25. AADD, Dramaticulària, 2005
26. Miquel Argüelles, Una nevera no
és un armari, 2004. Premi Joaquim
M. Bartrina, Reus 2002
27. Joan Duran, Bruna de nit, 2004
28. Vicent Tur, Alícia, 2005. Premi
Joaquim M. Bartrina, Reus 2003
29. Josep Julien, Anitta Split, 2005.
Premi del Crèdit Andorrà, Andorra
2004
30. Magí Sunyer, Lucrècia, 2005
31. Ignasi Garcia Barba, El bosc que
creix / Marina / Preludi en dos
temps, 2005
32. Marco Palladini, Assassí, 2006
33. Jordi Coca, Interior anglès, 2006
34. Marta Buchaca, L’olor sota la pell,
2006. Premi Joaquim M. Bartrina,
Reus 2005
35. Manuel Molins, Combat, 2006
36. Marc Rosich, Surabaya, 2007
37. Carlos Be, Origami, 2007. Premi
Born 2006
38. Ödön Von Horváth, Amor Fe
Esperança. Una Petita dansa de
mort en cinc quadres, 2007
39. Jordi Sala, Despulla’t, germana,
2007
40. Cinta Mulet, Qui ha mort una
poeta, 2007
41. Gerard Guix, Gènesi 3.0, 2007. III
Premi Fundació Romea de Textos
Teatrals 2006
42. Aleix Aguilà, Ira, 2007. Premi del
Crèdit Andorrà, Andorra 2006
.
43. Carles Batlle, Trànsits, 2007
44. Marc Rosich, La Cuzzoni, 2007
45. Fernando Pessoa, El mariner, 2007
46. Janusz Glowacki, Antígona a Nova
York, 2007
47. Jordi Faura, La sala d’espera, 2008
Premi Joaquim M. Bartrina, Reus
2006
48. Toni Cabré, Demà coneixeràs en
Klein, 2008
49. Damià Barbany, Arnau, el mite; la
llegenda catalana, 2008 (Inclou un
CD)
50. José Sanchis Sinisterra, El setge de
Leningrad, 2008
51. Jesús Díez, El show de Kinsey,
2008. Premi Born 2007
52. Guillem Clua, Gust de cendra,
2008
53. Josep M. Miró Coromina, Quan
encara no sabíem res, 2008. Pre-
mi del Crèdit Andorrà, Andorra
2007
54. Josep Julien, Hong Kong Haddock,
2008. IV Premi Fundació Romea
de Textos Teatrals 2008
55. Ignasi Garcia i Barba, Mars de
gespa / La finestra / Sota terra,
2008
56. Albert Benach, Mascles!, 2008
57. Erik Satie, El parany de Medusa,
2009
58. Joan Cavallé, Peus descalços sota
la lluna d’agost, 2009. I Premi 14
d’Abril de Teatre, 2008
59. Josep M. Diéguez, De vegades
la pau, 2009. Accèssit I Premi 14
d’Abril de Teatre, 2008
60. Angelina Llongueras i Altimis, El
cobert, 2009. Accèssit I Premi 14
d’Abril de Teatre, 2008
61. Carles Batlle, Oblidar Barcelona,
2009. Premi Born 2008
62. Enric Nolla, Còlera, 2009
63. Manuel Pérez Berenguer, Hòmens
de palla, dies de vent (Una reflexió
sobre el destí), 2009. Premi del
Crèdit Andorrà, Andorra 2008
64. Jordi Faura, La fàbrica de la felici-
tat, 2009
65. Joan Gallart, Sexe, amor i literatu-
ra, 2009
66. Pere Riera, Casa Calores, 2009
67. Enric Nolla, El berenar d’Ulisses,
2009
68. Helena Tornero, Apatxes, 2009. II
Premi 14 d’Abril de Teatre, 2009
69. Carles Mallol, M de Mortal, 2010
70. Josep Maria Miró i Coromina, La
dona que perdia tots els avions,
2010. Premi Born 2009
71. Joan Lluís Bozzo, Còmica vida,
2010
72. Pere Riera, Lluny de Nuuk, 2010
73. Marta Buchaca, A mi no em diguis
amor, 2010
74. Neil Labute, Coses que dèiem avui,
2010
75. Damià Barbany, Prohibit prohibir,
2010
76. Michel Azama, La Resclosa, 2010
77. Ferran Joanmiquel Pla, Blau,
2010
VIII Premi Joaquim M. Bartrina,
Reus 2009
78. Evelyne de la Chenelière, Bashir
Lazhar, 2010
79. Josep M. Benet i Jornet, Dues
dones que ballen, 2010
80. Carles Batlle, Zoom, 2010
81. Ferran Joanmiquel Pla, Blau,
2010
82. Daniela Feixas, El bosc, 2011
83. Guillem Clua, Killer, 2011
84. Marc Rosich, Rive Gauche, 2011
85. August Strindberg, Creditors,
2011
86. Lluïsa Cunillé, El temps, 2011
87. Maria Aurèlia Capmany i Xavier
Romeu, Preguntes i respostes so-
.
bre la vida i la mort de Francesc
Layret, advocat dels obrers de
Catalunya, 2011
88. Cristina Clemente, Vimbodí vs.
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89. Josep Maria Miró i Coromina,
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90. Joan Rosés, Falstaff Cafè (Els
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rentat), 2011
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95. Joan Brossa, Poesia escènica I: Al
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97. Jordi Oriol, T-error, 2012
98. Marc Angelet, Voyager, 2012
99. Marilia Samper, L’ombra al meu
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100. Joan Brossa, Poesia escènica
II: Strip-tease i teatre irregular
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101. Joan Brossa, Poesia escènica III:
Mirades sobre l’amor i la vida
(1956-1962), 2012
102. Toni Cabré, L’inútil, 2012
103. Mercè Sarrias, Quebec-Barcelo-
na, 2012
104. Damià Barbany, Lizzie Mc Kay,
2012
105. Pere Riera, Barcelona, 2013
106. Josep M. Benet i Jornet, Com dir-
ho?, 2013
107. Helena Tornero, No parlis amb
estranys, 2013
108. Harold Pinter, Terra de ningú,
2013
109. Josep Maria Miró, Fum, 2013
110. Tennessee Williams, La rosa
tatuada, 2013
111. Raúl Dans, Un corrent salvatge,
2013
112. Jordi Faura, Groenlàndia, 2013
113. Marta Momblant, Resposta a
cartes impertinents, 2013
114. Serafí Pitarra i Pau Bonyegues, El
cantador, 2014
115. Marivaux, El joc de l’amor i de
l’atzar, 2014
116. Rafael Spregelburd, Falk Richter i
Lluïsa Cunillé, Fronteres, 2014
117. Joan Brossa, Poesia escènica IV:
Els déus i els homes, 2014
118. Joan Brossa, Poesia escènica V:
Estar al món el 1953, 2014
119. Joan Brossa, Poesia escènica VI:
Circ, màgia i titelles, 2014
120. Àngels Aymar, Carles Batlle, Joan
Cavallé, Beth Escudé i Gallès,
Albert Mestres. Espriu x dotze,
volum 1, 2014
121. Pau Miró, Enric Nolla i Gual,
Josep Pere Peyró, Gemma
Rodríguez, Mercè Sarrias, Gerard
Vàzquez, Teresa Vilardell, Espriu
x dotze, volum 2, 2014
122. Alexandre Dumas fill, La Dama
de les Camèlies, 2014
123. Marc Artigau i Queralt, Un
mosquit petit, 2014
124. Dimitris Dimitriadis, Moro com a
país, 2014
125. Paco Zarzoso, L’eclipsi, 2014
126. Carles Mallol, Mata el teu alum-
ne, 2014
127. Serafí Pitarra, Liceistes i cruza-
dos, 2014
128. Thomas Bernhard, El President,
2014
129. W illiam Shakespeare, El somni
d’una nit d’estiu, 2014
130.
Lina Prosa. Traducció d’Anna Soler
Horta. Il·lustracions: Anna Bohigas
.
i Núria Milà, Lampedusa Beach
,
2014
131. Josep M. Muñoz Pujol, L’Home del
Billar
, 2014
132. Toni Cabré, Les verges virtuals,
2014.
Premi del Crèdit Andorrà,
Andorra 2013
133. Damià Barbany, Kabaret amb K,
2014
134. Eduardo De Filippo, L’art de la
comèdia, 2014
135. Josep Palau i Fabre, Mots de
ritual per a Electra, 2014
136. Joan Brossa, Poesia escènica VII:
La societat i el camí personal,
2014
137. Joan Brossa, Poesia escènica
VIII: Postteatre i Teatre de carrer,
2014
138. Joan Brossa, Poesia escènica IX:
L’ofici de viure, 2014
139. Narcís Comadira, L’hort de les
oliveres, 2015
140. Elisenda Guiu, Explica’m un
conte, 2015
141. Lluïsa Cunillé, El carrer Franklin,
2015
142 Albert Arribas, Selecció, 2015
Textos a Part Teatre clàssic
1. Fiódor Dostoievski, El gran inqui-
sidor, 2008
Textos Aparte
Teatro contemporáneo
1. Juan Pablo Vallejo, Patera, 2004.
Premi Born 2003
2. Toni Cabré, Navegantes / Viaje a
California, 2005
3. Fernando León de Aranoa, Familia,
2005. Adaptación de Carles Sans
4. José Luis Arce, El sueño de Dios,
2005. Premi Born 2004
5. Joan Casas, El último día de la
creación, 2006
6. J. Carlos Centeno Álvarez, Anita
Rondó, 2006
7. Antonio Álamo, Veinticinco años
menos un día, 2006. Premi Born
2005
8. Rebecca Simpson, Juana, 2007
9. Antonio Morcillo, Firenze, 2008
10. José Sanchis Sinisterra, Valeria y
los pájaros, 2008
11. Richard France, Su seguro servi-
dor Orson Welles, 2008
12. Carlos Be, Llueven vacas, 2008
13. Santiago Martín Bermúdez, El
tango del Emperador, 2008
14. José Sanchis Sinisterra, Vagas
noticias de Klamm, 2009
15. Gerard Vàzquez / Jordi Barra, El
retratista, 2009
16. Marcela Terra, La Espera / Simo-
ne / Entre las Olas, 2014
Textos aparte Teatro clásico
1. Friedrich Schiller, Don Carlos, 2010
.
Albert Lladó
17
LA MANCHA
Albert Lladó
LA MANCHA
La mancha. Les queixes d’un llogater per una taca a la paret del pis que
ocupa des de fa uns pocs mesos desencadenen un conflicte de perspec-
tives sobre la realitat, el qual afectarà en primer lloc la seva relació amb
els responsables de l’edifici i s’anirà estenent fins a ocupar la intimitat de
la seva vida privada, de la mateixa manera que els avatars de la Història
pesen sobre les identitats sense poder defugir les grans dinàmiques del
nostre món. A través de personatges arquetípics, com un tècnic o un
arquitecte, l’autor posa en escena les tres formes d’opressió que el poder
ha utilitzat tradicionalment: l’economia, la violència i la funció social (el rol
familiar, laboral...), així com les tres respostes potencials: la resistència, la
rebel·lió i la revolució. Tres conceptes que poden semblar sinònims, però
que no ho són. La mancha parla del límit, del matís, entre cadascuna
d’aquestes idees, i del risc constant de caure en el dogmatisme.
Albert Lladó (Barcelona, 1980) és llicenciat en Filosofia (UB), postgrau
en Periodisme de Proximitat (UAB) i màster en Estudis Comparats de
Literatura, Art i Pensament (UPF). S’ha format en dramatúrgia a l’Obrador
de la Sala Beckett i al seminari internacional Panorama Sur (Buenos Aires).
Ha publicat, entre d’altres, la selecció de relats Podemos estar contentos,
el recull d’entrevistes Paraules, el volum d’aforismes La realidad es otra,
i la novel·la La puerta. El dietari poètic La fábrica (La Garúa, 2014) és
el seu últim llibre. Actualment, és coordinador de la secció de Cultura
de LaVanguardia.com, editor de Revista de Letras i col·laborador del
suplement Cultura/s. És director acadèmic de l’Escuela de Periodismo
Cultural i docent del postgrau internacional Escrituras, a la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales.
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ISBN: 978-84-94366-55-0